
Uno de los platos fuertes de la semana de la moda de Milán ha sido la aparición de la casa italiana Roberto Cavalli que cerraba el día de inauguración de este acontecimiento en el mundo de la moda. También marcaba un nuevo rumbo de la marca ya que ha habido un cambio en su director creativo, ahora bajo el mando de Fausto Puglisi. El siliciano debuta por primera vez en la pasarela con su segunda colección para la marca.
La presentación de esta colección evoca tiempos pasados con una esencia muy marcada de Cavalli, eso se debe a que Puglisi no dudó a la hora de usar los archivos de la marca en otros tiempos. Le ha añadido nuevas tonalidades y códigos creativos que daban lugar a una vuelta al ADN de Roberto Cavalli pero con la evolución de algo más moderno. Tenemos que esperar unas temporadas más para ver qué camino coge el italiano al mando en este momento.
En esta propuesta se interpretó uno de los míticos diseños: un vestido lencero de noche con falda al bies y estampado de tigre que lució Cindy Crawford en la colección otoño-invierno del 2002. Esta pieza muestra la fuerza, el magnetismo y el exceso qué tanto ha caracterizado a Roberto Cavalli.
En una puesta en escena que recordaba a la Francia del siglo XVIII, se presentó una colección cargada de sensualidad, pasión, seguridad, deseo, elegancia… Las modelos van pisando fuerte dejando al público embelesado con sus preciosos trajes y en un espectacular entorno que parecía Versalles. ¡Simplemente inmejorable!
Los estampados que Plugisi ha incorporado tiene una reminiscencia a los años 70 dónde hubo una tendencia a la moda libre y muy cómoda, en la que se produjo un gran movimiento hippie, con prendas coloridas, plataformas y estampados. En esta colección, el animal print ha tenido gran presencia en la mayoría de los trajes, especialmente el estampado de tigre.
En el desfile ha habido cabida para casi todo, desde los estampados como hablábamos antes, a las mangas abullonadas elegantes o los vestidos de noche drapeados y muy sexys con la técnica “moulage” y “cut out”. Todos los trajes se complementaban con botas satinadas e impresionantes zapatos de tacón con una garra metálica, el nuevo símbolo de Cavalli.