
Pedro Mansilla es un sociólogo, periodista y crítico de moda que durante más de treinta años ha colaborado en La Luna de Madrid; en revistas como Elle, Vogue o Woman; además de en Antena 3, Tele 5 o TVE entre muchos otros. Ha sido presentador de programas y durante muchos años, ha sido miembro de los más prestigiosos premios de diseño de moda españoles.
Actualmente es profesor en numerosos máster de moda como el del Centro Superior de Diseño y Moda de Madrid y del Master de Comunicación de Moda Vogue-Universidad Carlos III, IED y ESIC de Madrid. Así como de los Masters sobre lujo del IEBS, el de moda de ESCO Granada, en la universidad de Sevilla y en la universidad Loyola de Sevilla. Es autor de la “Guía de la Moda Española”, que fue publicada en el 2004 por el Ministerio de Ciencia y Tecnología; y de “Los Nombres Esenciales de la Moda Española” junto con la exposición que tiene el mismo título.
¿Cuál es su opinión de la moda?
Yo soy sociólogo, y como tal considero que la moda mas allá de una actividad industrial o empresarial, o incluso una actividad creativa que involucra a diseñadores, es, sobre todo, un juego social. Si no fuese porque yo sé que tú sabes que yo voy vestido de negro, esto no funcionaría. Es fundamentalmente un juego social.
¿A usted qué le impulsó a dedicarse a la moda? Cuéntenos un poco
Hay una directora de cine francesa que hace unos años vino a España a presentar una película; El País le hizo una entrevista de la cuál destaco una de las respuestas que dice: “Las decisiones más importantes de nuestra vida no las tomamos nosotros, las toman ellas por nosotros”. Al leerla me di cuenta de que la frase me venía clavada porque yo estaba estudiando derecho, ciencias políticas y sociología porque quería ser diplomático. Había terminado todos mis estudios y teóricamente me tenía que encerrar a estudiar la oposición, pero en aquella época a mí me gustaba mucho la moda. Yo por aquel entonces era un poco un personaje, entre otras cosas porque iba vestido de amarillo, etc. Ahora eso es facilísimo pero yo te estoy hablando de los años 80.
Un día me llamaron por teléfono a la facultad porque iban a celebrar una mesa redonda en el círculo de bellas artes de Madrid, en aquella mesa se encontraba Manuel Piña, que por aquel momento era la cumbre de la movida madrileña; un fotógrafo muy importante, Javier Vallhonrat, probablemente el fotógrafo de moda más importante de toda la historia de la moda española; y querían un sociólogo para que compusiese la parte teórica. Allí fui yo y estuve tan brillante que al terminar se acercó Javier Vallhonrat y una chica que era una periodista que había sido modelo y que trabajaba en una revista, de las pocas que existían por aquel entonces. Me dijo que le había gustado mucho el enfoque que había hecho y me preguntó si quería que me presentara a su directora, Ketty Rico, que seguramente a ella le iba a encantar mi punto de vista de sociólogo de moda.
Fuimos a ver a su directora, le gustó y me mandó un primer trabajo haciendo un análisis sociológico. Y así empecé a escribir de moda y claro, eso daba muchísima relevancia; enseguida me empezaron a invitar a todas las pasarelas y los viajes, en fin, empecé a subir como la espuma. En aquella época en la moda estaba todo por hacer, no como ahora que parece que está ya todo hecho y que no cabe ni un alfiler, allí era todo lo contrario. Fueron unos 8 años apasionantes, entre el 84 y el 92 que España pincha un poco después de la Expo del 92 por la crisis económica, aquellos 8 años que coincidieron con la entrada de España en la Comunidad Europea, inversión de fondo, la construcción del AVE, la Expo, las olimpiadas… Éramos la bomba, estábamos de moda.
Durante toda esa época fui profesor en muchas escuelas de diseño de moda como en el arranque del centro superior de diseño y moda de Madrid, que era la primera escuela con titulación oficial que dependía de la Universidad Politécnica. Luego empezó otra etapa de mi vida muy importante para mi que fue la de comisario de exposiciones; el director de la sala de exposiciones del propio ayuntamiento, José Tono, que había sido el director de la luna de Madrid, me dijo que yo debía hacer la exposición de la moda de España. Por aquel entonces yo estaba escribiendo un libro sobre moda española y me dijeron que usáramos el libro como catálogo de la exposición. Esta se prorrogó dos veces y estuvo más de un año en la cuarta planta del ayuntamiento de Madrid, que es la planta noble. Nos dejaron que pintáramos los techos que son de 7 metros de alto en negro, que es el color paradigmático de la moda, y sobre aquel fondo negro se expusieron 67 fotografías, una por cada diseñador español.
¿Considera que el periodismo de moda está en sus últimos días?
¡Hombre! eso nunca. Siempre habrá periodismo de moda, el problema está en que ahora, más que nunca, hay que ser muy bueno muy bueno para hacerlo porque hay mucha oferta y poca demanda. Siempre que haya un desfile, o un escaparate, o un diseñador por la calle habrá alguien que quiera ponerle el micrófono.
Mucha gente cree que nuestra generación fue mejor porque como que nos estaban esperando y creen que con vosotros está todo más perjudicado porque está la verja muy alta y no entra nadie. Sin embargo, lo que os están haciendo es una ventaja porque ya habéis nacido en las peores condiciones, quiero decir, ya os habéis abierto camino con todo muy difícil, con lo cual, todo lo que venga será muchísimo mejor.
¿Qué le diría a su “yo” de los comienzos?
Probablemente a mí yo de los lunes le diría que debería haber estudiado para abogado del estado porque ahora sería ministro. Pero los viernes por la noche le diría que qué bien lo hizo; estar al lado de Claudia Schiffer y que te pregunte a qué te dedicas, haber cenado en casa de Armani, haberle dado la aguja de oro a Versace… Quiero decir, que me quiten lo bailado, yo no me arrepiento absolutamente de nada. Posiblemente mi mayor error -pero de eso no te des cuenta hasta más tarde-, es no haber tenido un plan B, pero claro es que yo hacía facturas de una gran cantidad de dinero, iba a palma de Mallorca a asesorar a un diseñador, me pagaban el billete, me iban a recoger con un jaguar al aeropuerto, me invitaban a comer al mejor restaurante de Mallorca y lo que hacía era ver la colección y decirle: “Yo ese color no lo veo con esto”. No planifiqué un plan B porque imaginaba que eso me iba a durar toda la vida y de pronto me vi colgado.
Me han pasado cosas tan bonitas tan bonitas que no me arrepiento de haber hecho lo que he hecho. Eso sin contar las 10.000 chicas que han sido alumnas más algunos chicos. Todas esas personas han sido las primeras de Jesús del Pozo, la segunda de Antonio Miró, etc. O sea, es raro que no vaya a algún sitio y no haya alguien que no me pregunte si me acuerdo de ella, que fue alumna mía.
¿Cree que la moda avanza más que la sociedad o la sociedad más que la moda?
En principio debería ser la moda más que la sociedad puesto que la sociedad es más sólida y la moda más líquida. La respuesta académica sería que la moda avanza más que la sociedad, de hecho, durante muchos años una de las virtudes que tenía ha sido que éramos como el oráculo de Delfos.
Desde el punto de vista económico y sociológico no es tanto azar, normalmente siempre hay una especie de correlación entre la marcha de la economía y la moda. Si la economía va muy bien la moda lo termina reflejando.
Ahora, prácticamente la mitad de la población se viste low cost; con lo cual la moda ya no tiene que adivinar nada, simplemente te acercas a un escaparate y ves lo que va a ser moda. Y si se han equivocado, en 15 días lo cambiarán; empezará con blanco y negro para ir cambiándolo poco a poco.